A menudo nos encontramos ejercitando nuestro derecho de actuar según la propia naturaleza humana, la cual dicta que "siempre habrá alguien a quien culpar". Sea el vecino, el compañero de trabajo, la muchacha que lava del apartamento del frente (que por cierto se llama María), el perro, u objetos inanimados, cualquier incidente con consecuencias negativas fueron causadas por un agente externo, nunca uno mismo.
Eventualmente te quedarás culpando a la vida misma ("¿Por qué me tuvo que pasar esto?"), alternativamente usando el humor como escape emocional, o bien para encontrar seguridad al darte cuenta que cada quien pasa por lo mismo o algo similar.
Empiezas a decir: "La vida es dura", "La vida no perdona", mistificando la misma y sustantivándola, de manera que la misma se convierte capaz de actuar sobre ti, un ser invisible que protagoniza tus infortunios, pero también tus buenaventuranzas.
Lo importante es reconocer que tú eres dueño de tu destino, recuérdalo cada vez que impongas un "pero" antes de tus oraciones, no busques excusas, busca alternativas. La vida no trae problemas, trae retos. Dichos retos dependen de cada quien para ser resueltos, tienen periodos de caducidad y diversas formas de solucionarlos.
Eventualmente te quedarás culpando a la vida misma ("¿Por qué me tuvo que pasar esto?"), alternativamente usando el humor como escape emocional, o bien para encontrar seguridad al darte cuenta que cada quien pasa por lo mismo o algo similar.
Empiezas a decir: "La vida es dura", "La vida no perdona", mistificando la misma y sustantivándola, de manera que la misma se convierte capaz de actuar sobre ti, un ser invisible que protagoniza tus infortunios, pero también tus buenaventuranzas.
Lo importante es reconocer que tú eres dueño de tu destino, recuérdalo cada vez que impongas un "pero" antes de tus oraciones, no busques excusas, busca alternativas. La vida no trae problemas, trae retos. Dichos retos dependen de cada quien para ser resueltos, tienen periodos de caducidad y diversas formas de solucionarlos.
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